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30 de Enero, 2011
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La Nueva Ley Orgánica de Educación (LOE), define en su Artículo 32, la Educación Universitaria considerando, por supuesto, los principios constitucionales. Establece que en este subsistema educativo se profundiza la formación integral y permanente de los nuevos(as) ciudadanos(as), de tal manera que sean críticos, reflexivos, sensibles y comprometidos social y éticamente con el desarrollo del país. Especifica que la educación universitaria tiene como función “ …la creación, difusión, socialización, producción, apropiación y conservación del conocimiento en la sociedad, así como el estímulo de la creación intelectual y cultural en todas sus formas. Su finalidad es formar profesionales e investigadores o investigadoras de la más alta calidad y a auspiciar su permanente actualización y mejoramiento, con el propósito de establecer sólidos fundamentos que, en lo humanístico, científico y tecnológico, sean soporte para el progreso autónomo, independiente y soberano del país en todas las áreas…”. Y acota claramente que: “…La Ley del subsistema de educación universitaria determinará la adscripción, la categorización de sus componentes, la conformación y operatividad de sus organismos y la garantía de participación de todos y todas sus integrantes”.
Por otra parte, es importante recordar que el Articulo 109 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), establece que “…El estado reconocerá la autonomía universitaria como principio y jerarquía que permita a los profesores, profesoras, estudiantes, egresados y egresadas de su comunidad dedicarse a la búsqueda del conocimiento a través de la investigación… Las Universidades autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento y la administración eficiente de su patrimonio, bajo el control y vigilancia que a tales efectos establezca la ley… Las universidades nacionales experimentales alcanzarán su autonomía de conformidad con la ley”.
Entonces, eso es precisamente lo que plantea la propuesta de ley para la Educación Universitaria. Digan lo que digan los representantes de los sectores más reaccionarios de la oposición, se especifica la manera de garantizar la formación integral de los nuevos profesionales e investigadores que serán los que asegurarán el progreso autónomo, independiente y soberano del país. Una formación humanista, para la solidaridad y la participación protagónica y auténticamente democrática, con unas normas internas del gobierno universitario, “… bajo el control y vigilancia que a tales efecto establecerá la ley”.
Es por ello que, bienvenido el debate en todos los espacios, pero es importante acelerarlo, para que lo más pronto posible se pueda aprobar definitivamente la ley específica para la Educación Universitaria. Es esto lo que permitirá la transformación definitiva de la Universidad tradicional, la cual continúa dominada y deteriorada por el modelo neoliberal con el que ha convivido durante largos años. Este deterioro se manifiesta, entre otras cuestiones, por el bajo nivel intelectual y espiritual de sus cuadros directivos y administrativos, por la mediocridad y el compadrazgo imperante, por el ocio improductivo bien remunerado, por la adhesión al sistema clientelar de buena parte del profesorado, por el mal ejemplo que deriva de las actuaciones de algunos profesores y por la burocracia universitaria; y también, por la acción nociva de dirigentes políticos contrarrevolucionarios, en el seno de las universidades más tradicionales. Todo ello genera incapacidad, mal uso de los recursos e incitación al amiguismo; a desviar la universidad de su misión más auténtica o a distorsionar esa misión por la aplicación de criterios economicistas y utilitarios, cuya sujeción a doctrinas capitalistas y proimperialistas, no se compagina con un pensamiento verdaderamente académico, crítico y comprometido con la justicia social.
Por lo tanto, no es cierto, como plantean algunos “pensadores” de derecha, que la Universidad es “neutra”. La tradicional obedece, sin duda, al modelo capitalista, con sus viejos currículos, que estimulan el individualismo, el egoísmo, la exclusión, la formación universitaria como un élitesco “ascenso en el escalafón social”. La nueva universidad, la que debemos terminar de diseñar e institucionalizar a través de la Ley en discusión, tiene que ser la universidad para la inclusión, la solidaridad, la participación, aquella que no se sienta como patrimonio de una élite “intelectualoide”, sino que realmente pertenezca al pueblo, para que como dijo el CHE Guevara, se pinte de negro, de mulato, de obrero, de campesino. Es el proyecto de Universidad Popular que adelanta el Gobierno Bolivariano, con experiencias ya exitosas como la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV).
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publicado por
misionsucre a las 17:47 · 1 Comentario
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SOBRE MÍ |
Alfonso Osorio Simahán
Agrotécnico, alumno de "Estudios Jurídicos",Vocero de Comunicación y medios Alternativos.
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